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sábado, junio 25, 2011

(20) Dichos, Refranes, Frases y Algo Más.

DICHOS, REFRANES, FRASES Y ALGO MÁS
     Este es uno de esos escritos Peregrinos que he rescatado de la memoria porque no tuve la ocasión de rescatarlo de los exterminios de papeles que yo mismo hago de vez en cuando. Es un tema que comencé a recopilar cuando estaba estudiando el último año de la secundaria en Margarita, y lo seguí, ya viviendo en Puerto La Cruz durante los primeros años de estudios. A finales del año pasado recordé el tema y me dediqué a reescribirlo, pero como a veces me pasa, después de mucho entusiasmo caí en el desinterés y no seguí: cayó en el saco del olvido, como muchos.
     Luego de tropezarme varias veces con la libreta donde los reescribía y de decir “que ahora si”, hace pocas semanas cuando rescaté de nuevo a los “Peregrinos”, recordé al mismo tiempo, que leyendo el Quijote, me sorprendí al saber que hace 400 años muchos de los dichos y refranes que son de uso común aun en nuestra era, eran usados por el archiconocido Sancho Panza en aquella época, y que muchas expresiones que usamos comúnmente, son igualmente de viejas, y eran usamos para decir y definir lo mismo para lo que las usamos ahorita, tales como “malandrín” para referirse a rufianes o vagos, o “ando pelando” para indicar que no se poseía ni un cuartillo en el bolsillo; así que me decidí y me encomendé la tarea de reescribir esta nota, la cual les presento en esta ocasión.
     Del primero que quiero escribir es de mi Papá a propósito de sus 85 años de vida. Sus dichos y refranes me han servido para aprender de su sabiduría y, de su larga y dilatada experiencia. A menudo los citaba para cualquier cosa, y yo lo escuchaba pero no lo entendía, hasta que en una oportunidad en la escuela tuve que hacer una investigación sobre refranes populares, y como los había escuchado decirlos muchas veces, le pregunté y me senté a oírlo y fue entonces cuando comencé a entender sus significados. Cuando comencé a recopilarlos, allá por principios de los 90, y por supuesto que al igual que ahora, comencé con los que recuerdo de él.
ü  Mas vale un por si acaso que un, si yo lo hubiera sabido.
ü  Nunca dejes camino por vereda.
ü  Pa`lante es que brinca el sapo aunque lo puyen de frente.
ü  Hay que hacer que las cosas se hagan.
ü  Barco grande, ande o no ande.
ü  De esa mata yo tengo un coquito (me contó que era un dicho muy común del doctor Ordaz, un viejo conocido suyo).
ü  El hombre es del tamaño del compromiso que se le presente.
ü  Plátano maduro no vuelve a verde.
     Existen otros dichos de Papá que más bien los he tomado como sentencias, y entre ellas están:
·         Cuando uno llega a viejo todo es contradicciones: se le acorta la vista y se le alargan los cojones.
·         No me gusta que me celebren cumpleaños, porque ¿a quién le va gustar que le celebren que se está poniendo viejo?
·         Pasar hambre no me preocupa, porque cuando niño pasé mucha, y llegué a pensar que eso era lo normal.
·         Si vas a hacer algo, hazlo lo mejor que puedas, para que después no digas que pude haberlo hecho mejor.
     Hay otro personaje, de los tantos que me he cruzado en la vida, que influyó mucho en mí con sus refranes y dichos. Recién mudado a Puerto la Cruz para comenzar los estudios superiores, llegué a una casa de alquiler donde vivía un muchacho que para entonces no pasaba de los 30 años. Lo conocíamos solo como “El Caballero”. Era un personaje muy peculiar y pintoresco, de esos que no se olvidan fácilmente.   El Caballero citaba refranes y dichos para referirse a cualquier cosa y en toda ocasión. De los que anoté en una vieja agenda y recuerdo que citaba más frecuentemente eran:
ü  Burro viejo cuando ve pollina se le sale el lagrimero.
ü  El que fue pica`o de culebra, cuando ve bejuco brinca.
ü  El zorro que come pollo, cuando ve plumas se alegra.
ü  Aquí ando, con empuje y verraquera.
ü  A ningún cachicamo le pesa su concha.
ü  El que no pila no come arepa.
ü  Hemos llegado a donde el mono no carga a su hijo.
ü  Zamuro come bailando.
ü  Como 3 en anca de burro.
ü  Más agarra`o que una vieja en una moto.
ü  El león no es como lo pintan.
ü  Más duro que una pedrada de cerquita.
ü  Más pisa´o que enano en procesión.
     Y así, muchas otras personas y personajes que he conocido, y que se han convertido en referencia obligada para mí en ciertas y determinadas ocasión cuando he tenido la necesidad de citar un refrán o un dicho, o que simplemente lo saco por necedad, o como comentario al margen de la conversación. Así por ejemplo:
-   De Evelio el Ñeco: No se, ni me interesa. Para salirse de una conversación o cuando le preguntaban algo.
-   De Cayito El Charro: Amalaya una arepa pa` comérmela con la fragancia. Cuando pasaba por algún lugar y le daba un olor de comida.
-   De mi Tío Heraclio: Eso es auténtico. Ese era el término de cualquier chiste o conversación.
-   Del viejo Severino: Voy a echar una meaita antes de irme. Cada vez que iba a salir de su casa, o cuando se despedía después de hacer una visita en cualquier casa ajena.
-   De Eufemio el de Las Guevaras: No me invitaron pero tampoco me dijeron que no fuera. Para siempre ir a cualquier lugar, así no fuera invitado.
-   De Luis el Flaco: Quien fuera perro para mearte los cauchos. Era un piropo que le echaba a las gorditas.
-   De mi Abuelo Elías: El muerto al hoyo y el viejo al farangollo. En una oportunidad que se murió un familiar, y mi mamá y mis tías querían ir a una fiesta.
     Y es que los refranes, los dichos y las frases célebres siempre han estado en nuestro vocabulario y en nuestro sentir nacional como forma de expresión natural, cultural y jocosa en la mayoría de las oportunidades que nos toca expresar algo, y mucho más si es en grupo. Quien no recuerda al ex presidente Luis Herrera Campin y sus famosos refranes; o al actual, con su “Ojo Pela`o” y muchos otros.
     La farándula, las películas y las novelas, también han sido fuente de innumerables citas, expresiones y frases que han quedado para la historia. Lean aquí un extracto de un reportaje que extraje de la revista Dominical del 3 de abril de año en curso, que circula los domingos con el diario Ultimas Noticias, y que trajo un artículo relacionado a este tema:
…^¡A Dios pongo por testigo, que jamás volveré a pasar hambre…!^  Sentenció Vivien Leigh, como Scarlet O`Hara, en ^Lo que El Viento se Llevó…!^ – Y es que una frase, exclamación o palabra, expresadas en el tono y contexto apropiado, en el cine pero sobre todo en TV, siempre quedan y algunas llegan a repetirse tanto que pasa a formar parte del lenguaje coloquial. Cuando una expresión pega, se hace más popular el personaje que la dice que la telenovela o espacio en sí.  - Quien se adjudica la cita pudiera superar en notoriedad al artista de más crédito dentro del elenco, tal como fue el caso de Piero (Lino Ferrer) en Cristal quien divulgó la frase ^de los last^ - Imposible de olvidar el ^Chiiito^ del primer actor Rafael Briseño en Gómez I y II. Su ^Chiiito^ pegó tanto que aún se utiliza cuando se trata de mandar a callar a alguien. Igual difusión logró el ^Malo, malo, malo^ de René de Pallás en El Sol Sale para Todos. De la novela Elizabeth, y surgida de una equivocación al grabar una escena, Caridad Canelón y Orlando Urdaneta inmortalizaron ^Mi vido y mi ciela^ - Henry Soto, el gitano Randú de Kasandra, popularizó un grito de guerra ^Kasaaaandraaaa…!^. Gaby Spanic, la villana Amaranta en Todo por Tú Amor, vio disparada su fama con al exclamación ^Soy una Cosa Divina^. Marcelo Cezán, en Niña Mimada, dio vida a un mecánico que con su tumba´o pegó el ^Si va^. – En el caso de la novela Abigaíl, se ha versionado tanta veces ese drama y el martirio de su galana por encontrar al hijo perdido, que nació la frase: ^¿Vas a seguir Abigaíl…?^ - En A Calzón Quita`o, Nacarid Escalona pegó tanto el ^Calcula Tú^, que lo convirtió en obra de teatro. – Pero sin duda que el inolvidable Eudomar Santos (Franklin Virgües), en Por Estas Calles, de Ibsen Martínez, inmortalizó dos frases: ^Que es lo que esta pa`sopa^ - y la inconfundible ^Como vaya viniendo, vamos viendo^.
        Y si de TV se trata, quien nunca a expresado: ^Síganme los buenos…^ o esta otra, ^Es que no me tienes pasiencia…^. Sin duda que los dichos, refranes, frases, citas y muchas otras expresiones, se han convertido en parte de nuestra manera de hablar contidiana. Si sigo indagando conseguiré muchas otras que diariamente usamos, y de seguro no sabemos que surgieron de estos espacios de cine o televisivos.
     Ojala, haya cumplido con la misión de entregarles una material de lectura interesante.
     Y no olviden que “Pónganse alpargatas, que lo que viene es joropo…”. Yo seguiré escribiendo primero para mí y luego para Uds, y “Como vaya viniendo, vamos viendo…”.
“Escribe que algo queda”.
Ernesto E. Velásquez R.
Lechería, Anzoátegui. Venezuela.
06/05/2011

(19) El Guerrero de la Luz de Paulo Coelho - I

EL GUERRERO DE LA LUZ DE PAULO COELHO - I
     Hasta hace poco no leía mucho a Paulo Coelho porque veía que sus libros eran más una cosa más comercial que otra cosa, pero desde hace pocos meses, en ese afán de leer cuanto garabato me cae en las manos, y ante la falta de algún buen escrito (a mi modo de ver), decidí leer algunas cosas de este autor brasilero que me habían enviado por correo diferentes amigos. Entonces me suscribí a El Guerrero de la Luz, y he ido leyendo varios de sus escrito, aunque confieso que ninguno de sus libros completos. Reconozco que estaba equivocado. Más que la profundidad de sus escritos, es al igual que Gabriel García Márquez, la expresión de lo cotidiano y de lo natural de una manera espontánea y realista, y sobre todo pintada con palabras de una manera muy ilustrada. Es, a mi manera de ver la literatura, un poco de Realismo Mágico.
     A partir de hoy, y por algunas entregas dispersas, voy a ir compartiendo con Uds algunos extractos de sus escritos publicados en la página El Guerrero de la Luz, y en otras publicaciones. Sin más que agregar aquí les dejo la primera entrega de esta serie:
1.- Cambio.
     Recibo de dos lectores, casi en la misma semana, un texto que supuestamente escribí. No, no fui yo, aunque tenga mucho que ver con mi manera de encarar la vida. Como juzgué interesante el material, y en la esperanza de encontrar al verdadero autor, lo reproduzco aquí:
Cambia.
-   Pero empieza poco a poco, porque la dirección es más importante que la velocidad.
-   Siéntate en otra silla, al otro lado de la mesa. Más adelante, cambia de mesa.
-   Cuando salgas, procura andar por el otro lado de la calle. Después  cambia el camino, anda  tranquilamente por otras calles, observando con atención los lugares por donde pasa.
-   Toma otros autobuses. Cambia por un tiempo el estilo de las ropas; da los zapatos viejos y procura andar descalzo durante algunos días, aunque sea  dentro de casa.
-   Dedica una tarde entera a pasear libremente, oír el canto de los pájaros o el ruido de los coches,
-   Abre y cierra los cajones y puertas con la mano izquierda.
-   Duerme en  el otro lado de la cama. Después, procura dormir en otras camas.
-   Mira otros programas de TV, lee otros libros, vive otros romances aunque sea en su imaginación.
-   Duerme más tarde. Duerme más temprano.
-   Aprende una palabra nueva cada día.
-   Come un poco menos, come un poco más, come diferente: escoge nuevas salsas, nuevos colores, cosas que nunca  te  atreviste a probar.
-   Almuerza en otros lugares, ve a otros restaurantes, toma otro tipo de bebida, compra  pan en  otra panadería.
-   Almuerza más temprano, cena más tarde, o viceversa.
-   Prueba lo nuevo cada día: el nuevo lado, el nuevo método, el nuevo sabor, la nueva manera de hacer algo, el nuevo placer, la nueva posición.
-   Elige otro mercado, otra marca de jabón, otra  pasta de dientes.
-   Toma tu baño en otros horarios.
-   Usa bolígrafos de otros colores.
-   Ve a pasear  por otros lugares.
-   Ama  cada vez más, de maneras diferentes. Aun cuando pienses  que la otra persona puede asustarse, sugiere lo que siempre soñaste hacer, a la hora del sexo.
-   Cambia de bolso, de cartera, de maletas, compra nuevos lentes, escribe otras poesías.
-   Abre una cuenta en otro banco. Frecuenta otros cines, otros peluqueros, otros teatros, visita nuevos museos.
-   Cambia. Y piensa seriamente en conseguir otro empleo, una nueva ocupación, un trabajo más parecido a lo que  esperas  de la vida, más digno, más humano.
-   Si no encuentras razones para ser libre, invéntalas: sé creativo.
-   Y aprovecha para hacer un viaje modesto pero  largo, y si es posible, sin destino.
-   Experimenta cosas nuevas. Cambia nuevamente. Cambia de nuevo. Prueba  otra vez.
-   Conocerás ciertamente cosas mejores y cosas peores de las  ya conocidas, pero no es eso lo que importa.
-   Lo más importante es el cambio, el movimiento, el dinamismo, la energía.
-   Sólo lo que está muerto no cambia, y  tú estás  vivo.
2.- Cambiando de Actitud.
     Un profesor universitario practica Tai Chi con entusiasmo, pero  poco a poco  el cansancio le invade y decide desistir: - Pido disculpas, pero no consigo continuar – dice a su maestro. – Al fin  de cuentas  he dedicado tantos años al estudio de la Filosofía que  he acabado olvidando a mi propio cuerpo.
- Es una pena que desistas. Porque yo también dediqué mucho tiempo al estudio de la Filosofía, y fue justamente esto lo que me hizo acordar de mi cuerpo.
3- Proverbios de los Pirineos.
     Cada año, paso por lo menos tres meses  en una ciudad francesa cerca de Tarbes, contemplando la cadena de montañas de los Pirineos. Recientemente decidí recoger algunos Proverbios de la región,  que aquí reproduzco junto con el  nombre de quienes me los  dijeron:
-   Cada vez que muere un viejo africano, es como si una biblioteca entera se incendiara (anónimo, recogido por Malika).
-   Todo el mundo quiere conocer el Paraíso, pero nadie quiere morir (Nam).
-   Las mujeres son como los continentes: a los 20 años son como América, todos sueñan con conocerla y los que lo consiguen dificilmente se desilusionan. A los 30 años son como Europa, sabias y llenas de madurez. A los 40 años son como Asia, envueltas en promesas y misterio. A los 50 años son  como  África, que todo el mundo sabe donde está pero nadie tiene interés en visitarla (Alain Niah-Kyn, en uno de los proverbios más políticamente incorrectos que jamás conocí).
-   Aunque odies a las liebres, debes reconocer  que corren  muy  rápido (Antoine Lux).
-   Si dos cocineros cuidan de la misma sopa, terminará  muy salada o  sin  ninguna sal (Daniel Labardere).
-   Aquel que vive diciendo “Yo no doy importancia a eso” terminará descubriendo la frase “¡Ah!, si yo hubiese sabido...”  (Allen Tannu).
-   La vida es como andar en bicicleta: sólo caemos cuando paramos de pedalear (Frederic Bonomelli).
-   La Historia no está hecha de aquello que recordamos, sino de aquello que no queremos olvidar (Jacques Lafitte).
-   Sólo el cabrito muerto no teme al puñal  (anónimo).
-   Aquellos que no saben por qué aman, son aquellos que realmente saben amar (Sylvie Pinta).
-   Si nunca te atreviste a cruzar  un río, no te rías de aquellos que se mojaron intentándolo (un viejo en Argelés-Gazot).
-   No porque el tigre  esté flaco pasaremos a llamarlo gato (Geneviève P.).
-   Cuando te golpeas sin querer con una piedra, la culpa no es de ella, sino de tu pie, que no sabe donde está pisando (Lois Bonomelli).
-   En el momento de nacer recibimos un pasaporte, un  pasaje y un visado para visitar el país de la Muerte (Didier Faure).
-   El perro tiene cuatro patas, pero todas están obligadas a seguir el mismo camino (Jacques, del café Monocle).
-   Sólo entienden las bendiciones del Paraíso aquellos que ya conocieron el Infierno (Guillaume, citando un proverbio árabe después de contarme como intentó suicidarse por causa de un amor)
-   El avaro guarda todo su dinero para tres personas que él detesta: el futuro esposo de su mujer, su yerno y su nuera (Malika, citando un proverbio de Túnez).
-   Los jóvenes andan en grupo, el adulto en pareja, y los viejos andan solos (del mismo viejo en Argelés-Gazost).
-   Justamente cuando yo descubrí todas las respuestas, cambiaron todas las preguntas (placa en un café en la ciudad de Ger).
"Nunca digas que algo es malo hasta que no estes totalmente seguro que lo es" 
Ernesto E. Velásquez R.
Lechería, Anzoátegui. Venezuela.
18/05/2011

sábado, junio 04, 2011

(18) Crónicas Anácronicas II - De la Primera a la Quinta

CRÓNICAS ANACRÓNICAS II
     Esta es la segunda entrega de las Crónicas Anacrónicas que escribí hace 9 años, y que su primera entrega fue en la entrada Nº 9 pasada de este Blog. El tema de esta Crónica es medio polémico, porque sé que a algunos de Uds no les gusta el tema político, pero si no fuera que fui Yo mismo el que viví este episodio en cuerpo presente, no se los contara en estos tiempos de censura, autocensura y desmedido libertinaje. Además, me parece que es un tema que por la manera de tratarlo, lo que hace es relajarnos ante los episodios similares que a muchos, de seguro, nos ha tocado vivir en algún momento de esta era Republicana. Aquí les dejo entonces, esta segunda entrega de la serie de “Crónicas Anacrónica”, a la cual le conservé la fecha original de su creación:
DE LA PRIMERA  A LA QUINTA
     Ayer en la noche nuestro señor Presidente, en una de sus acostumbradas cadenas, hablaba sobre el ya trillado tema del apoyo incondicional y permanente que tendrían las pequeñas y medianas empresas por parte de todos, absolutamente todos, los organismos del Estado, y principalmente de aquellos dedicados al financiamiento y ayuda a ese sector.
     Hoy, en la mañana, bien temprano, muy motivado por el mensaje tan consolador del Presidente, decidí visitar uno de esos organismos que había señalado. Fui al Banco Industrial.  Cuando entré, ya me imaginaba dirigiendo mi propia Empresa, con no menos de cincuenta empleados. Yo, mi esposa y mis hijos; trabajando, creciendo, produciendo y dando empleo a muchos otros coterráneos. Pero. Esa motivación y ese sueño de grandeza se desparramaron en fracciones de segundos. La frustración y la desmotivación en nota de Sol Mayor (y desafinado) cayeron sobre mi cabeza como un saco de plomo. Una señora como de cuarenta y dele largo, de muchas que había en la sala de atención al cliente, me atendió en primer lugar y me interrogó déspotamente:  - Mijo, y qué quieres tú. A qué vienes tú pa’cá? – Yo, muy galantemente y respetuoso aún, le respondí que había asistido con la intención que me informaran sobre los planes de financiamiento que tenía el Banco para profesionales emprendedores. La señora me respondió en tomo irónico e hiriente: - ¿Emprendedores?,  Y que emprendes....? – Ante tal atropello a la delicadeza de un empleado que atiende público, disimulé, no le respondí, me paré y pasé directamente hasta la oficina de la sub-gerente del Banco: Una joven delgada, de cabellos rubios, que parecía una Barbie en medio de iguanas prehistóricas, me atendió y con una voz delicada me pidió que me sentara mientras la sub-gerente se desocupaba de atender a unos oficiales de la Guardia Nacional. Me distraje un poco de la desagradable bienvenida, contemplando tan extraño ser en ese mundo tan horripilante. Mientras esperaba, observé por el vidrial lateral de la oficina  de la sub-gerente, que esta tenía unos gestos con las manos y con la boca que no parecían de un personal de ese nivel jerárquico. No me interesó de inmediato, hasta que la impulsiva visita mañanera me llevó a enfrentarme cara a cara, nada más y nada menos que a la máxima expresión de la chabacanería jamás vista en mi corta vida.
     Me dijo chasqueando los dientes, como sacándose la basurita de los dientes - Buenos días, hijo mío, - fueron sus primeras palabras. - ¿Qué te trae por aquí, pues...? – El tono de voz, la figura, el vestir, las gesticulaciones, todo ella eran aspectos que no tenían absolutamente nada que ver con la persona amable, elegante, delicada y profesional, que normalmente existen en estos cargos en otras entidades bancarias. Sus uñas tenían un color chocolate quemado que combinaban con su chaqueta color violeta nazareno. En la mano izquierda, el dedo índice tenía la uña más corta que las demás y a medio pintar. La oficina expedía un olor a empanada de cazón con bastante salsa de ajo. El escritorio tenía alrededor de quince carpetas apiladas una encima de la otra con papeles de color amarillo y de todos los tamaños. No tenía ni el más mínimo sentido de lo que me explicaba. Tiraba una carpeta, y otra y otra. No encontraba el folleto ni la planilla con la información de los recaudos que debía entregarme. Sus expresiones eran tan extravagantes, que parecía que me encontraba en un puesto del mercado de buhoneros comprando unas chancletas para la playa o comiéndome una arepa con cochino y aguacate (aunque sigo pensando que en esos sitios la atención es mucho mejor). En definitiva nunca encontró los folletos ni la planilla, sólo me dijo: - Bueno, mijo lindo, pasarás después – y me despidió con un apretón de mano fuertísimo.
     Cuando salí de la oficina de la “sub-gerente”, todo en mí se trastornó. Mis sueños de empresario, mi opinión positiva sobre los excelentes planes del gobierno. Todo. Definitivamente, todo. Me quedé en el umbral, entre la conciencia y la inconsciencia provocada abruptamente.
     Al encontrarme de nuevo con la calle lo primero que se me vino a la mente fue decir:  - Que buena vaina, carajo. Si yo lo único que quería era trabajar, crecer, producir y darle empleo a muchas personas......y estos hijos de su madre, lo que vinieron fue a joderme el día... -  Cuando caminaba vi a unos hombres parados en frente del sindicato de trabajadores petroleros, esperando un cupo de trabajo. Me detuve por un instante, en mi inconsciencia frustrada y unos de ellos me abordó y me dijo dándome una palmadita en el hombro: - Tranquilo compadre, que si vamos a conseguir trabajo, ya tú vas a ver que tú mujer y tus hijos no van a pasar más hambre – Luego de sus palabras, el hombre se alejó al igual como apareció. Lo único que me dejó fue una sensación extraña en el corazón, no sabía si reírme o molestarme. Seguí caminando hacia no sé donde. Me paré en una esquina en donde estaba un teléfono público y me recosté a descansar mi desmotivación. Pensé en la frustración de muchos como yo, que teniendo las ganas de hacer algo grande, no lo pueden hacer por que sencillamente está censurado para seres cotidianos como nosotros. Pensé en la frustración que pudo tener Bolívar cuando se perdió la primera, la segunda y la tercera república. En la grandísima rabia de no poder hacer y cumplir con sus sueños. En la manera cómo se habían secuestrado su ideal y en cómo se moriría sin ver ni siquiera el más mínimo de sus sueños cumplidos. Pensé por un segundo en miles, que en ese mismo momento estarían como yo. Pensé en cómo se puede tener un personal así en una institución así. Pensé en lo que sería lógico y en lo que puede ser conveniente. Pensé en la gran brecha que hay entre lo que se dice y lo que se hace.
     Lo que más me encolerizó del espectáculo del Banco fue pensar que así cómo me sucedió a mí, a muchos otros que se motivaron con las palabras del Presidente se pudieron haber encontrado con la realidad de querer hacer algo, de tener buenas intenciones, pero no contar con la ayuda para hacerlo.  Las buenas intenciones de los gobernantes no bastan, si los de abajo no le paran ni un “pito” a las políticas y planes que se trazan. Si no hay personas capacitadas y preparadas para llevar acabo esas políticas y planes. Yo estoy seguro que la primera, segunda, tercera y cuarta hubo frustración, pero lo que si estoy segurísimo lo que en esta quinta la hay y que jode.
     Entre la cuarta y la quinta, me quedo con la que viene. Ya vendrán los días de comer los mangos maduros. Ojalá y así sea. Ni por la izquierda, ni por la derecha, por el centro, carajo…!
Ernesto Eloy Velásquez.
Puerto La Cruz.
04 de marzo del 2002. (21:13)

Del dicho al hecho…. Hay mucho trecho….!!!
Ernesto E. Velásquez R.
Lechería, Anzoátegui. Venezuela.
08/05/2011