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viernes, noviembre 01, 2013

(25) Un Amigo ha Caído en Combate: Hasta Siempre Eduardo.

UN AMIGO HA CAÍDO EN COMBATE: HASTA SIEMPRE EDUARDO.

     Era el 2 de agosto del 2.012. La llamada que me hizo el Negro López la recibí como a las 2 de la tarde, y de la manera cómo me habló ya me indicaba que algo no estaba bien. Y no me equivoqué. Lo noté con la voz entre cortada y de un solo jalón me lo soltó – “Han caído dos de los nuestros en combate…! Eduardo Fiol y Edward Arias murieron hoy en un accidente”. La noticia me cayó como un tobo de agua fría… Yo estaba en Margarita en una obra. Hacía poco que había llegado de almorzar y me estaba preparando para comenzar la labor, cuando esa noticia me heló y me provocó un intenso dolor de cabeza que me paralizó. No pude continuar. En efecto, dos amigos habían muerto trágicamente en la carretera en funciones de trabajo.
     Al panita Eduardo lo conocí en la empresa donde nos habíamos formado todos los que conformábamos parte de ese contingente de técnicos y profesionales que le daban soporte de energía y climatización a las centrales telefónicas de todas las operadoras del país. Emerson Network había sido una escuela para todos nosotros, y un lugar donde habíamos conocido a quienes a partir de ahí se convertirían en más que compañeros de trabajo. Sólo los que han aprendido el verdadero valor de lo que digo, lo comprenderán.
Con Eduardo, tuve mayor contacto cuando me tocó asistirlo en Puerto Ordaz en varias obras que había asumido como supervisor de la zona, y que al no contar con suficiente personal pidió apoyo a la gerencia regional, y me encomendaron a mí la misión de juntar y coordinar un grupo de técnicos de varias partes del país y asistirlo en las obras. Eso fue en junio el año 2004, recuerdo que se estaba jugando la Eurocopa que ganó Grecia. Antes de eso, nos habíamos topado en varios cursos y en reuniones frecuentes de supervisión. Desde el primer momento tuvimos un acercamiento de amistad que nos llevó a trascender hacia las familias y que se acrecentó más cuando descubrimos que éramos fanáticos de los equipos Navegantes del Magallanes y del Real Madrid, además del gusto por la misma música: la salsa brava. Fue por eso que cuando necesitó apoyo no dudó en pedir que fuera yo quién lo asistiera. De esa oportunidad hay anécdotas y experiencias únicas.
     Cuando conocí a Anita, Sebastián tenía como dos añitos o estaba por ese orden, no me recuerdo. Tengo fotos, que guardo con mucho cariño de esa primera visita a la casa. Y después de eso, cada vez que venía a la zona, por lo menos una noche se quedaba a dormir aquí. Y lo mismo me pasaba a mí cuando iba por cualquier razón a Puerto Ordaz, y si Él sabía que yo estaba por aquellos lados, no me perdonaba que no pasara por lo menos a comer o a tomarnos “alguito”. Fueron momentos de mucha manifestación de aprecio y admiración mutua por lo que hicimos y dejamos de hacer en el trabajo.
     Yo salí de la empresa en el 2.006 al poco tiempo que Él salió, y a pesar de ello no perdimos el contacto, más nos apoyábamos siempre, porque él hizo su empresa y yo emprendí lo mío, y más de una oportunidad coincidíamos. Él siempre fue de un espíritu impulsivo y batallador. Eso era una de las cosas que le admiraba, y eso fue lo que lo llevó a formar una empresa dinámica, hasta aquella mañana del 2 de agosto del año pasado, cuando viajando con otro de los ex combatientes de Emerson Network, le puso fin a sus días de transitar por las carreteras y caminos del país atendiendo emergencias en centrales telefónicas y a otros clientes, estrellándose contra un carrito de pasajeros. Nunca supe, ni quise averiguar cuál fue la verdadera causa del accidente. Eduardo y Edward quedaron ahí en la vía. El impacto fue violento y fulminante. En la vía entre Temblador y Maturín quedaron sus sueños de ver crecer a su pequeña Mariana y a su campeón Sebastián. Ahí se le fue a Anita su compañero. Ahí perdimos a dos de los nuestros.
     No pude ir a su siembra, pero cada vez que voy a misa pido por Él y por todos los que se han ido en estos últimos dos años. No he podido dejar de llorar cada vez que lo recuerdo. Ahorita que escribo estoy viendo su página de Facebook y recordando su risa contagiosa, sus bromas y manera de hablar malandreado… que vaina Miky..! Fueron muchas horas de conversa, de revelaciones, de complicidades blancas… Te fuiste sin despedirte Eduardo, y eso no te lo perdono “burda e´ pana”.
Cuando un amigo se va, se queda un hondo vacío, que no lo puede llenar 
la llegada de otro amigo. Facundo.
Ernesto Eloy.
En algún lugar de esta Tierra de Gracia que llaman Venezuela.
02/08/2013

ernesto.e.velasquez@gmail.com





lunes, octubre 28, 2013

(24) Cuando se nos va un Ser Querido.

CUANDO SE NOS VA UN SER QUERIDO
     Este último año ha sido difícil desde el punto de vista emocional. El círculo de la vida pasó por aquí, diría un viejo Hermano Masón. Y es que desde hace poco menos de un año a hoy cuando escribo esta nota he tenido unas cuantas pérdidas cercanas que se han montado en este círculo de la vida y han seguido de largo. Nunca antes había tenido tantas pérdidas tan seguidas y tan cercanas a mi corazón y a la familia: Petra, Danielito, Karen, Enrique, Erwing y Euler.
     Cuando se nos va un ser querido o un ser cercano a la familia, sucede un fenómeno emocional que estremece toda la estructura corporal y mental, unos en más medida que otros, pero siempre sucede, y eso que desde niño hemos escuchado decir de los viejos que lo único seguro que tenemos en la vida cuando nacemos es que vamos a morir un día. Pero eso no lo asumimos como un hecho hasta que recibimos la bofetada que nos pone en el lugar de aceptarla tal cómo es y cómo debe ser. Claro, que hay muertes que por su naturaleza trágica o repentina son de por demás dolorosas, sorpresivas y hasta traumáticas. Lo que sí debemos tener presente siempre es que es definitiva y concluyente porque sólo Dios sabe por qué, y por más que duela debemos hacer un total esfuerzo para aceptarla. Esto es Ley de Vida diría mi esposa.
     No fue fácil caer en cuenta que la vida debe continuar y debemos adaptarnos a las situaciones que se nos presentan. Caso especial fue al principio, la muerte de mi suegra, no sólo por el dolor de mi esposa, si no por el mío propio. Petra fue para mí otra mamá. No en vano tuve la dicha de compartirla con mi esposa durante 17 años desde que nos hicimos novios aún muy jóvenes. Sus consejos, sus regaños y su cariño es el motivo por el que cada vez que la recuerdo se me aguan los ojos. Petra fue un motor que movía todo en su casa y era al mismo tiempo el epicentro de cuanto se hacía o se dejaba de hacer. Fue por ello que su partida, a pesar de tener conciencia que podía suceder por su prolongado y delicada enfermedad, no la aceptamos de momento y fue un suceso que movió todos los elementos que conformaban el universo de su hogar y la familia. Luego de la muerte de Petra ya nada podía ser igual, su fuerza gravitacional desligó muchas cosas que se mantenían unidas con su presencia. Su partida se siente aún con mucho dolor.
     Luego fue un vecino del barrio donde creció mi esposa y donde aún vive mi suegro, hijo de unos buenos conocidos, un jovencito de apenas llagaba a las dos décadas de edad, y se destacaba por ser un joven modelo en su casa, el liceo y la cuadra. Daniel fue discípulo de mi suegra en la catequesis y nos acompañó en el dolor de nuestra pérdida. Sorprendente, doloroso y repentina fue su muerte; súbita e inesperada por un paro respiratorio fulminante. En pocas semanas otra muerte joven y repentina vuelve a suceder en el entorno. Esta vez fue Karen, joven profesional del derecho que se crio y creció en casa de un cuñado y que siempre estuvo muy ligada a la familia por su simpatía y cariño. Yo particularmente la recuerdo como esa sobrina adoptada que en cualquier circunstancia y momento que nos encontrábamos, no importara el lugar me pedía la bendición como una sobrina más y así se presentaba.
     Estas partidas sucedieron en la plazo de un mes entre julio y agosto de hace un año.  Y al cumplirse dos meses de la muerte de mi suegra otro golpe muy cercano me sacudió. El 16 de septiembre muere mi tío Enrique, que mucho más que un tío, hermano menor de mi papá, fue otro padre. El padre consentidor, cómplice y encubridor. Vivió con mi papá toda la vida a pesar de haber intentado hacer familia en dos oportunidades y tener dos hijos. Nunca se apartó del lado paternal que representó papá para él. Su partida, también dramática y compleja por la agonía de su enfermedad y convalecencia, fue dura para todos por el golpe que representó para papá perder a su compañero de todo la vida. No voy a olvidar el momento en que nos tocó llevarnos el sarcófago y papá pidió echarle su última bendición y despedirlo hasta la puerta lamentando que lo haya dejado solo. Para mis hermanos y para mí fue doloroso, e incluso para mi mamá, que ya a pesar de que tenía años separada de papá, vivió la agonía de Enrique muy de cerca y fue en presencia de ella que su alma lo abandonó. Par ella fue una pérdida como el que pierde un hermano. La muerte de Enrique dejó un vacío y una desolación muy grande porque también hizo sucumbir la estructura de vida que se había instaurado en la casa en Margarita.
     En diciembre, ya para finales de año, otra noticia nefasta me sacude. Erwing, vecino de la cuadra donde viví cuando estaba estudiando, hijo de la amiga Esperanza, murió de una enfermedad extraña, que aún hoy no sé en realidad cual fue. Un joven profesional que no llegaba a los cuarenta. Así que el año lo cerramos de luto completo.
     A pesar de todo, decidí junto a mi esposa e hijas pasar fin de año en Margarita. Enrique había muerto y papá estaba muy acongojado. Pero sin embargo, pasamos unos ratos y momentos inolvidables. Después de seis años volvía a pasar fin de año en Margarita. Compartimos como nunca, hicimos comida, bebimos, y un evento no extraño cuando nos juntábamos los hermanos Velásquez Rodríguez sucedió, Edward y Euler discutieron el mismo día que yo llegué, el día del cumpleaños de Edward. Como siempre igual, no demoró mucho esa molestia. Nos volvimos a juntar y algo hermoso sucedió que nunca se borrará de mi memoria: nos abrazos los tres, nos besamos como era costumbre y nos dijimos cuantos nos queríamos y nos amábamos como hermanos y cuanto nos dolía y nos alegraba los momentos de cada uno de nosotros. Mi sobrina Mary guardó para la eternidad fotos de esos momentos. Que nos íbamos a imaginar que tres meses después íbamos a juntarnos de nuevo pero para otro tipo de evento. El círculo de la vida volvía a pasar por la casa y esta vez quién se montó en él fue Euler.
     El 29 de marzo del año pasado amaneció raro. Era viernes y comenzaba la semana santa. Iba saliendo para el trabajo a las 7am cuando mamá me llamo para decirme que a Euler le había dado algo raro en el trabajo y lo habían llevado para el hospital. Antes de las 8am me llamó un sobrino para decirme que ya no se podía hacer nada: Euler había muerto. No lo asimilé de inmediato y no daba crédito a la información. Ya pasada las 8, estando la oficina reunido con mi jefe que hacía una inspección a la obra ese día, recibí un mensaje de texto en el celular que aún lo guardo grabado. Mamá me escribió: Ernesto, Euler mala noticia murió. No recuerdo nada de ese instante siguiente, luego a los meses me contaron que me puse pálido y me senté de golpe en la silla y me puse a llorar. Yo lo único que recuerdo fue que me mareé y esperé un rato, no sé cuánto tiempo, ni qué pasó en ese lapso. Cuando reaccioné llamé a mamá y me contó muy tranquilamente lo que había sucedido. Entendí que a pesar de si dolor de madre, esta con una serenidad pasmosa que yo y mis hermanas sólo conocemos. Inmediatamente llamé a mi esposa y le dije. Salí de trabajo como pude. Al llegar al apartamento mi esposa, mis hijas y yo nos fundimos en un solo abrazo. Mi hija mayor me preguntó porque su tío se había ido con diosito. No pude responder así aun hubiera tenido la respuesta. Lo que sucedió después fue lo que sucede en estos casos. Viajé el mismo día a Margarita y no quiero volver a revivir el momento que me junté con mis hermanos, y mucho menos cuando llegué donde papá y mamá. Fue muy doloroso. Así solamente lo puedo resumir. Así como fue su despedida. Sus compañeros de trabajo, el cortejo, los camiones, el homenaje de cornetas de camiones a la llegada del féretro al cementerio, su siembra al lado de Enrique, la despedida…! Sus hijos. Sólo mis recuerdos y mi dolor pueden expresarse con una lágrima como la que brota de mis ojos al escribir esta nota.
     Cuando tengo la oportunidad de ir a misa siempre le encomiendo sus almas a Dios así como lo voy hacer hoy. Rezo y le pido a Dios por su descanso. No me fue fácil escribir esta nota, pero hice de “tripas, corazones” y me dolió hacerla, porque fue como sacarme de dentro de mi algo que me pertenecía solo a mí que son mis recuerdos. Pero al mismo tiempo sentía la necesidad de escribir lo que sentía, y aquí esta. Ya lo hice y sobreviví.     
     Siempre he dicho, porque lo tuve que aprender, que para drenar el dolor hay que sufrir, llorar, y si es posible gritar, pero luego debemos hacer nuestro mayor esfuerzo de levantarnos y continuar. La muerte es parte de esta vida. Es lo único seguro que tenemos al nacer. No sabemos, cómo, qué, cuando, ni nada de la vida que vamos a vivir, sólo que algún día vamos a morir: eso es Ley de Vida.
     Hagamos lo posible por vivir intensamente, sin hacerle daños a nadie y mucho menos a nosotros mismos. Hagamos el bien y seamos felices el momento que nos toca vivir.
“El que Vive y muere en mí, No morirá jamás”. Jesús.
Ernesto Eloy.
En algún lugar de esta Tierra de Gracia que llaman Venezuela.
29/03/2013
ernesto.e.velasquez@gmail.com



viernes, octubre 11, 2013

(23) Peregrinos de Peregrinos Otra Vez, y II

PEREGRINOS DE PEREGRINOS OTRA VEZ, y II
     No es fácil mantener el brazo caliente y la mente limpia de cuanta porquería te perturbe para dejar fluir las ideas y los pensamientos y ponerlas en blanco y negro. No es nada fácil, y más si las circunstancias te presionan y juegan en contra.
     Ya va dos años, si dos años; dos años y tres meses para ser más exacto. Los peregrinos volvieron a ser peregrinos…! - Ya esto es un “bochinche” diría mi abuela -. Pero cómo se hace, esto es justamente lo que pasa cuando se tiene un desorden literario como el que yo tengo. No mantuve el brazo caliente, la mente no estaba equilibrada, los pensamientos estaban en otro lugar, el cuaderno de notas lo guardé tan bien guardado que no lo encontré si no cuando no lo estaba buscando. Bueno, fueron muchas cosas, incluso cosas y  momentos dolorosos los que me alejaron de mi Bitácora peregrina. Pero aquí estoy, dispuesto a continuar con el andar por estos mundos de Dios.
     Como en cuatro oportunidades hice el intento de retomar la escritura, pero siempre sucedía algo que hacía olvidar la intención y no lo evité en realidad. No lo quería evitar, o sencillamente deseaba que siempre hubiera algo que lo evitara. Tuve la intención, pero me faltaba ese algo que te hace hacer las cosas por encima de cualquier obstáculo o adversidad. Creo que ese algo estuvo ligado al hecho de las pérdidas dolorosas que tuve en este período y al desánimo que estaba experimentado producto de la crisis interior que provoca el desgarro de la muerte. Tuve un lapso de pesadumbre, de aceptación en primer lugar, como es normal según los especialistas en este tipo de circunstancias, luego un período en que me concentré casi exclusivamente en el trabajo y mantener la mente ocupada en cosas que no me permitieran tocar la fibra sensible y explorar el lado sentimental de los pensamientos. Pero el contacto con personas y lecturas que me devolvieron la sensibilidad al cuerpo me hizo reaccionar. Sin duda que el contacto con las bellas artes es un mecanismo de alivio del alma muy poderoso. Y eso fue lo que pasó. Ya encontré ese algo, y aquí estoy.
     Ahora vuelvo con otras temáticas y otros escenarios. Con nuevos fueros… No voy a revelar nada aún de esta etapa, pero lo sí puedo decir es que ya hay material como para publicar un buen rato. Les voy a pedir disculpa porque los dos siguientes temas son una manera de drenar sentimientos encontrados, pero luego de ello retomaré el hilo conductor de temas más interesantes, incluso polémicos. Eso sí, no les prometo una frecuencia estricta, porque no me voy a someter al dictamen de un régimen, pero sí les prometo continuidad, por lo menos hasta que vuelvan a aparecer el fantasma de los peregrinos que creo ya lo tengo mejor controlado que al principio. Espero no defraudarlos esta vez.
     Cuando las cosas se hacen con responsabilidad, así sea tarde, se hacen. No es la norma, pero sucede.
     Nos leemos en una próxima oportunidad.
“No desfallezcas en tus intenciones por hacer las cosas bien, algún día alguien se darán cuenta de ello y te dirá “que bien hecho” y eso será suficiente para decir que hiciste algo bueno en la vida” Simón Rodríguez al Libertador.
Ernesto E. Velásquez R.
Lechería, Anzoátegui. Venezuela.
05/10/2013

ernesto.e.velasquez@gmail.com