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domingo, febrero 09, 2025

(33) Los Granos de Café

 LOS GRANOS DE CAFÉ

     Cuando tenía como 10 o 12 años, no recuerdo exactamente, pero lo calculo por los remotos recuerdos que me llegan de cuando escuché por primera vez esta historia, de parte de un viejo amigo de mi papá. Este señor, acostumbraba a visitar a mi papá en su Bar, por lo menos una vez a la semana. Los días sábados, cuando yo estaba en casa, y no tenía tareas del colegio, y este señor visitaba, papá acostumbraba regalarle limones del patio de la casa, un sobre de café o un paquete de casabe. Era una costumbre casi religiosa. Mi misión casi siempre se centraba en recoger los limones, o preparar el “paquete”.

     En una oportunidad, un sábado, cuando el señor ya se retiraba, mi papá me encomendó la misión de recoger unos limones, y, además, incluir un sobre de café. Eso no era normal, o era una cosa o la otra, pero las dos juntas, no era la costumbre. Le pregunté a papá de nuevo la encomienda, por si estaba equivocado, y él percibió que yo estaba un poco confundido, por lo que se me acercó y me dijo al oído, - el señor Hugo está de cumpleaños, y está un poco nostálgico porque su única hija se fue a estudiar fuera de la Isla -. Asenté con la cabeza y entendí: era un día especial y por eso el regalo especial.

     Cuando entré al Bar, por la puerta del lado, lo vi que estaba en su esquina de siempre en el gran mostrador de madera y fórmica azul aguamarina. Él me vio y me hizo señas con la mano para que me acercara, le entregué la encomienda y ya me disponía a retirarme cuando me dijo, - Hey, Ernestico, siéntate un momento que quiero contarte algo -. Eso hice, me senté a una banqueta pequeña que no me hacía llegar los ojos a la parte superior del mostrador, y me hacía levantar la cabeza y los ojos para poder verlo. Me dijo, - sabes que mi hija se fue a estudiar fuera de la Isla y eso me tiene triste y alegre a la vez, triste porque aún la veo como una niña, a pesar que tiene ya 19 años, y alegre, porque hoy cumplo años y ese es un regalo que la vida me da, ver a mis hijos crecer y buscar el camino del estudiar y crecer, tú harás lo mismo cuando te toque –. El señor Hugo siempre acostumbrada a contarme historias cuando se sentía con ganas de hablar, porque a veces solo se sentaba en su esquina de siempre del mostrador, y se tomaba sus cervezas en silencio escuchando la música de la Rockola. Fue ese día, evocando a su hija, y luego de llevarse el sobre de café a la nariz y exhalarlo con tanto gusto, que me contó la historia de los “Granos de Café”, y que hoy quiero compartir la con Uds.

     Esta historia dice así:

Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro. Su padre, un chef de cocina, la llevó a su restaurante. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. Sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose que estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, colocó el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo, - Querida, ¿Qué ves? – Y, la hija le contesto un poco incrédula - Zanahorias, huevos y café -. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Algo confundida la hija preguntó, - ¿Qué significa esto?, papá – Él, muy pacientemente le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero, habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café, sin embargo, eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua. - ¿Cuál eres tu hija? cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo reaccionas? - le preguntó el padre a su hija, y continuó luego. - ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable, poseyendo un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te vuelves dura y rígida? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargada y áspera, con un espíritu y un corazón endurecido? ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Ojalá logres ser como el grano de café, que cuando las cosas se pongan mal, tu puedas reaccionar en forma positiva, sin dejarte vencer y hagas que las cosas a tu alrededor mejoren, que ante la adversidad exista siempre una luz que ilumine tu camino y el de la gente que te rodea. Que puedas esparcir con tu fuerza, optimismo y alegría el dulce aroma del café - A este punto de la conversación, las lágrimas de la muchacha bajaban con fuerza por sus mejillas, no dijo ninguna palabra a su padre, simplemente lo abrazó y le dio las gracias por la lección, y le dijo – nunca olvidaré este día, papá -.

Años después de ese episodio infantil, recordé la historia que me contó el señor Hugo y la busqué en internet, conseguí esta versión que les traigo hoy. Una historia que me marcó y que siempre la recuerdo, ya que de manera muy reflexiva nos hace ver la necesidad de forjar el carácter para afrontar las adversidades de la vida, y prepararse para accionar y dar siempre las mejores respuestas, poner la mejor cara y ofrecer lo mejor de sí. Es un escrito que no lleva a la reflexión, y hacernos la pregunta: ¿Cómo actuamos ante las adversidades? Como la zanahoria, como el huevo, o, como los granos de café.

Nos leemos muy pronto.

Ernesto Eloy.

En algún lugar de esta Tierra de Gracia que llaman Venezuela.

09/02/2025

X: @Evelasquez66

Correo: ernesto.e.velasquez@gmail.com




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