Powered By Blogger

domingo, febrero 16, 2025

(34) Igual a una Carreta Vacía

 

IGUAL A UNA CARRETA VACIA

     Después de un día de trabajo agitado y bastante difícil, llegué a casa. Luego de bañarme y cenar, me senté un rato en el sofá a medio ver la televisión, y entre navegar por un sinfín de canales que no me llamaban la atención, y, hablar con mi esposa sobre los acontecimientos del día, finalmente me decidí por releer uno de los tantos libros de meditación que tengo en mi biblioteca a ver si me relajaba un poco, y di con uno que tenía muchos años que le había perdido la pista: Minutos de Sabiduría de Ediciones Paulinas.

     Ese pequeño libro me lo había regalado mi mamá hacía muchos años cuando aún estaba estudiando. Lo había conservado porque es de ese tipo de lectura que no pierden vigencia nunca y siempre sirven para meditar y distraer la atención de las cosas cotidianas. Al abrirlo, di con uno consejo que me caía al pelo de lo vivido ese día en una reunión de trabajo, y que me había descompuesto el día por completo.

     Este consejo, el número 188, dice así: “No confundas cultura con sabiduría. La cultura viene desde afuera hacia adentro, penetra por los ojos, por los oídos, y puede adherirse o no, a nuestro cerebro. La sabiduría, al contrario, nace dentro de nosotros y se exterioriza; surge en el corazón y solo puede ser adquirida por medio de la meditación. Hasta los analfabetos pueden conseguir la sabiduría, si saben meditar en sus corazones las grandes verdades.

     Leer este solo consejo me tranquilizó y logré relajarme, tanto, que me quedé leyendo el libro desde el inicio, y no fue si no un poco antes de la media noche que caí en cuenta de la hora y me fui a dormir.

     Digo que el consejo me cayó al pelo, porque el evento que había causado tal perturbación en mí durante la reunión de trabajo, giraba en torno al fondo de lo que había leído (la sabiduría), y eso me causó un poco de sosiego al comprender, en parte, el comportamiento humano de cierta persona que protagonizó la reunión. Resulta que, durante esa reunión de trabajo, un cliente no dejó en ningún momento que le explicaran la situación que había sucedido con sus equipos, e interrumpía constante y reiteradamente cada vez que le trababan de dar un razonamiento. Nunca, en la hora y media que duró dicha reunión, dejó en ningún momento que le diéramos la respuesta que, según él, fue a buscar, y se centró en el gran conocimiento que tenía sobre la logística de despacho, sobre el servicio y, como si fuera poco, sobre el funcionamiento y tecnología de los equipos. Versó su cháchara en el basto y gran conocimiento que tenía, y no dio cabida a reconocer el esfuerzo habían hecho los técnicos e ingenieros para resolver la situación que se le había presentado. En definitiva, él mismo se preguntaba y se daba respuestas y conclusiones, y, al final no se llegó a ningún acuerdo, y esa situación, no solo incomodó, si no, que le descompuso el día a más de uno en la oficina.

     Cuando ya me disponía a acostarme, recordé una leyenda que alguna vez había leído, y que completaba la reflexión del día. Se trata de la leyenda de la “Carreta Vacía”, y que les quiero compartir como parte de las meditaciones y reflexiones que este evento tuvo en mí ese día. Esta leyenda dice así:

Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó - ¿Además del cantar de los pájaros, escuchas alguna cosa más? - Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí - Estoy escuchando el ruido de una carreta - Eso es -, dijo mi padre, y continuó - Es una carreta vacía - Pregunté a mi padre - ¿Cómo sabes que es una carreta vacía sí aún no la vemos? - Entonces mi padre respondió - Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace -.

Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo – Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace -.

La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. No seamos prepotentes y creernos lo mejor de lo mejor despreciando las ideas y criterios de los demás. Cada quién tiene su mérito y merece ser escuchado. No seamos nunca como una Carreta Vacía.

     Nos leemos muy pronto.

Ernesto Eloy.

En algún lugar de esta Tierra de Gracia que llaman Venezuela.

16/02/2025

X: @Evelasquez66

Correo: ernesto.e.velasquez@gmail.com




domingo, febrero 09, 2025

(33) Los Granos de Café

 LOS GRANOS DE CAFÉ

     Cuando tenía como 10 o 12 años, no recuerdo exactamente, pero lo calculo por los remotos recuerdos que me llegan de cuando escuché por primera vez esta historia, de parte de un viejo amigo de mi papá. Este señor, acostumbraba a visitar a mi papá en su Bar, por lo menos una vez a la semana. Los días sábados, cuando yo estaba en casa, y no tenía tareas del colegio, y este señor visitaba, papá acostumbraba regalarle limones del patio de la casa, un sobre de café o un paquete de casabe. Era una costumbre casi religiosa. Mi misión casi siempre se centraba en recoger los limones, o preparar el “paquete”.

     En una oportunidad, un sábado, cuando el señor ya se retiraba, mi papá me encomendó la misión de recoger unos limones, y, además, incluir un sobre de café. Eso no era normal, o era una cosa o la otra, pero las dos juntas, no era la costumbre. Le pregunté a papá de nuevo la encomienda, por si estaba equivocado, y él percibió que yo estaba un poco confundido, por lo que se me acercó y me dijo al oído, - el señor Hugo está de cumpleaños, y está un poco nostálgico porque su única hija se fue a estudiar fuera de la Isla -. Asenté con la cabeza y entendí: era un día especial y por eso el regalo especial.

     Cuando entré al Bar, por la puerta del lado, lo vi que estaba en su esquina de siempre en el gran mostrador de madera y fórmica azul aguamarina. Él me vio y me hizo señas con la mano para que me acercara, le entregué la encomienda y ya me disponía a retirarme cuando me dijo, - Hey, Ernestico, siéntate un momento que quiero contarte algo -. Eso hice, me senté a una banqueta pequeña que no me hacía llegar los ojos a la parte superior del mostrador, y me hacía levantar la cabeza y los ojos para poder verlo. Me dijo, - sabes que mi hija se fue a estudiar fuera de la Isla y eso me tiene triste y alegre a la vez, triste porque aún la veo como una niña, a pesar que tiene ya 19 años, y alegre, porque hoy cumplo años y ese es un regalo que la vida me da, ver a mis hijos crecer y buscar el camino del estudiar y crecer, tú harás lo mismo cuando te toque –. El señor Hugo siempre acostumbrada a contarme historias cuando se sentía con ganas de hablar, porque a veces solo se sentaba en su esquina de siempre del mostrador, y se tomaba sus cervezas en silencio escuchando la música de la Rockola. Fue ese día, evocando a su hija, y luego de llevarse el sobre de café a la nariz y exhalarlo con tanto gusto, que me contó la historia de los “Granos de Café”, y que hoy quiero compartir la con Uds.

     Esta historia dice así:

Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro. Su padre, un chef de cocina, la llevó a su restaurante. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. Sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose que estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, colocó el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo, - Querida, ¿Qué ves? – Y, la hija le contesto un poco incrédula - Zanahorias, huevos y café -. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Algo confundida la hija preguntó, - ¿Qué significa esto?, papá – Él, muy pacientemente le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero, habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café, sin embargo, eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua. - ¿Cuál eres tu hija? cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo reaccionas? - le preguntó el padre a su hija, y continuó luego. - ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable, poseyendo un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te vuelves dura y rígida? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargada y áspera, con un espíritu y un corazón endurecido? ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Ojalá logres ser como el grano de café, que cuando las cosas se pongan mal, tu puedas reaccionar en forma positiva, sin dejarte vencer y hagas que las cosas a tu alrededor mejoren, que ante la adversidad exista siempre una luz que ilumine tu camino y el de la gente que te rodea. Que puedas esparcir con tu fuerza, optimismo y alegría el dulce aroma del café - A este punto de la conversación, las lágrimas de la muchacha bajaban con fuerza por sus mejillas, no dijo ninguna palabra a su padre, simplemente lo abrazó y le dio las gracias por la lección, y le dijo – nunca olvidaré este día, papá -.

Años después de ese episodio infantil, recordé la historia que me contó el señor Hugo y la busqué en internet, conseguí esta versión que les traigo hoy. Una historia que me marcó y que siempre la recuerdo, ya que de manera muy reflexiva nos hace ver la necesidad de forjar el carácter para afrontar las adversidades de la vida, y prepararse para accionar y dar siempre las mejores respuestas, poner la mejor cara y ofrecer lo mejor de sí. Es un escrito que no lleva a la reflexión, y hacernos la pregunta: ¿Cómo actuamos ante las adversidades? Como la zanahoria, como el huevo, o, como los granos de café.

Nos leemos muy pronto.

Ernesto Eloy.

En algún lugar de esta Tierra de Gracia que llaman Venezuela.

09/02/2025

X: @Evelasquez66

Correo: ernesto.e.velasquez@gmail.com




sábado, febrero 01, 2025

(32) Diálogo sobre la Serenidad, Séneca

 

DIÁLOGO SOBRE LA SERENIDAD, SÉNECA

La felicidad está en el presente, aunque esté nublado

Séneca (4 a.C / 65 d.C)

Lucio Anneo Séneca, es una de las figuras más influyentes del Estoicismo, un movimiento filosófico sobre el poder de la transformación a través del conocimiento, donde se propone que las personas deben ser disciplinadas, autocontroladas y tolerantes, empleando para ello el coraje y la razón, único camino para alcanzar la plena felicidad y armonía. Esta escuela filosófica surgió en Atenas alrededor del siglo III a.C y luego se extendió a Roma, donde Séneca la practicó y difundió ampliamente.

La frase que encabeza este artículo es un planteamiento en este sentido, nadie vive en el pasado o en el futuro, si no exclusivamente en el presente. Séneca dijo “La verdadera felicidad es disfrutar el presente, sin depender ansiosamente del futuro, no entretenerse ni con esperanzas, ni con temores, sino descansar satisfechos con lo que tenemos, que es suficiente, pues al que es así, nada le falta”. Serenidad y cordura, diría un viejo amigo.

Y, en relación a la “Serenidad”, Séneca escribió lo que se conoce como “El Dialogo sobre la Serenidad”, en el que conversa con su amigo Sereno. En él, Séneca explica las razones por la que, incluso cuando las cosas van moderadamente bien, anida en nosotros un persistente malestar e inquietud, que proviene, por lo general, de que no calibramos bien nuestro deseos en función de lo que realmente aspiramos conseguir, y nos pasamos la vidas esperando cosas que nunca llegan, haciendo planes que no se cumplen porque nunca es el momento o están dadas las circunstancias, y, cuando algunas de estas circunstancias se dan, nunca cubren nuestras expectativas reales. Por ello Séneca concibe la “Serenidad” como ese estado de aceptación y concordia entre nuestros deseos, nuestras propias realidades y nosotros mismos.

A continuación, les hago un resumen, tipo decálogo. de lo que planeta Séneca en este “Dialogo sobre la Serenidad”:

ü  Nuestra vida se extiende mucho para quien sabe administrarla bien.

ü  ¿Se atreve alguien a quejarse de la soberbia del otro cuando él mismo nunca tiene tiempo libre para sí?

ü  Nada puede ejercitarse bien por un hombre ocupado, ni la elocuencia, ni las artes liberales, pues cuando un espíritu es distraído, no cobija nada muy elevado, sino que todo lo rechaza como si fuese inculcado a la fuerza.

ü  Hay que suavizar todas las cosas y hay que sobrellevar todas con buen ánimo.

ü  Aquel que dedica todo el tiempo a su propia utilidad, el que dirige cada día como si fuese el último, ni suspira por el mañana, ni lo teme.

ü  Debe conservarse con sumo cuidado lo que no se sabe cuándo va a faltar.

ü  El mayor impedimento para vivir es la espera, porque dependiendo del mañana se pierde el hoy.

ü  Este camino de la vida, continuo y apresurado, que, en vela o dormidos, recorremos al mismo paso, no es visible a los hombres ocupados sino hasta que han llegado al final.

ü  Es propio de una mente segura y tranquila el recorrer todas las partes de su vida. Los espíritus de las personas ocupadas, como si estuviesen bajo un yugo, no pueden volver, ni mirar hacia atrás.

ü  El tiempo presente sólo pertenece a los hombres ocupados, el cual es tan breve que no puede atraparse, y este mismo se les sustrae, turbados como están en sus muchas ocupaciones.

ü  Hay que ser indulgentes con el espíritu, y hay que darle descanso una y otra vez.

ü  No son ociosos aquellos cuyos placeres encierran buena parte de trabajo.

ü  La vida más breve y más llena de inquietudes es la de aquellos que olvidan el pasado, miran con indiferencia el presente, temen el futuro.

ü  La vida de quienes preparan con un gran esfuerzo lo que poseerán con un esfuerzo mayor es desgraciadísima. Con gran trabajo consiguen las cosas que quieren, con ansiedad mantienen las que han conseguido, entretanto no hay ningún cálculo del tiempo, de ese que no va a tornar nunca más.

ü  No esperes hasta que las circunstancias te dejen en libertad, sino sepárate tú mismo de ellas.  

ü  Es enemigo de la serenidad un compañero perturbado y que se lamenta de todo.  

ü  Hay que pensar cuánto más leve sea el dolor de no tener que el de perder, y comprenderemos que a la pobreza le corresponde un tormento menor en cuanto es menor la posibilidad de mermar.  

ü  Habituémonos a desprendernos de la pompa y a valorar la utilidad de las cosas, no sus adornos.  

ü  Da entrada a la razón en las dificultades: pueden ablandarse las circunstancias duras, dársele amplitud a las estrechas y las graves oprimir menos a quienes las soportan con elegancia.

ü  No envidiemos a los que están situados por encima de nosotros: las cosas que parecían más excelsas se derrumbaron.

ü  Quien tema a la muerte, no hará nunca nada por un hombre vivo, pero quien sepa que este hecho estaba pactado en el mismo momento en que fue concebido, vivirá según la ley de la naturaleza, y, a su vez, con la misma fortaleza de espíritu, se mantendrá firme para que ninguna cosa que le suceda sea inesperada.

ü  Es más tolerable y más fácil no adquirir que perder.

ü  Que no se apodere de nosotros la inconstancia, vicio en extremo enemigo de la serenidad.

ü  Quien se dedica a muchas cosas, a menudo entrega a la suerte el dominio de sí mismo.

ü  Es propio del hombre reírse de la vida antes que lamentarse.

ü  Es mejor aceptar con tranquilidad las costumbres públicas y los defectos humanos, y que no se escapen involuntariamente ni la risa ni las lágrimas.

ü  En tus males conviene que te conduzcas de tal modo que des al dolor sólo cuanto la naturaleza ordene, no cuanto ordene la costumbre.

ü  No es grata y segura la vida de quienes viven siempre bajo una máscara.

ü  Hay que mezclar y alternar estas cosas: la soledad y la compañía de la multitud.

ü  No hay que tener la mente en la misma tensión constantemente.

ü  Hay que dar un alivio a nuestros espíritus: tras haber descansado surgen los mejores y más vivos proyectos.

ü  A través de las ocupaciones se pasa la vida.

ü  Ante todas las cosas es necesario evaluarse a uno mismo, porque las más veces nos parece que podemos más de lo que en verdad podemos.

ü  Los patrimonios, causa máxima de las aflicciones humanas.

ü  La mejor medida del dinero es no caer en la pobreza ni alejarse demasiado de la pobreza.

ü  ¡Qué tarde es comenzar a vivir cuando hay que abandonar la vida!

En conclusión: “Vivir la vida con paz en el alma”.

Nos leemos muy pronto.

Ernesto Eloy.

En algún lugar de esta Tierra de Gracia que llaman Venezuela.

01/02/2025

X: @Evelasquez66

Correo: ernesto.e.velasquez@gmail.com




domingo, enero 19, 2025

(31) Albert Einstein y El Mal

 

ALBERT EINSTEIN Y EL MAL

     Hace unos años, 15 aproximadamente, leí un artículo del Diario El Mundo de España, que me llamó la atención por mi interés en temas sobre la filosofía, y más viniendo de un personaje icónico de las ciencias como Albert Einstein. El artículo, trataba sobre un tema que históricamente ha sido muy polémico por todas las aristas y perspectivas que tiene; sobre el origen de “El Mal”.

El artículo cerraba con una cita atribuida a Einstein, y con una fuerte crítica a, según el analista, la poca visión empática que tenía Einstein. Esta frase era la siguiente: “El mundo no está en peligro por las malas personas, si no, por aquellos que permiten la maldad”. Uno de los comentarios más fuertes que el analista hacía a esta visión, la planteaba de esta manera “… la frase citaba es una soberana necedad que, parece querer culpar de los daños de la humanidad, no a quienes los causas, sino, a quienes no hacen algo para impedirlos. Es decir, si violan a una mujer, el peligroso no es el violador, sino, todos aquellos que no han nada al respecto…”. Así como este, hubo muchos otros comentarios, incluso, unos a favor de la visión de Einstein.

Esta lectura me llevó a buscar y analizar de nuevo, un relato muy común, que igualmente se le atribuye a Einstein, y que también gira entorno a su supuesta visión sobre el origen de “El Mal”.

Este relato dice lo siguiente:

Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta:
     ¿Dios hizo todo lo que existe?

Un estudiante contestó valientemente, “¡Si, lo hizo!"

 ¿Dios hizo todo, caballero?, ripostó el profesor.

"¡Si, señor!", respondió el joven en voz alta.

El profesor contestó:

"Si Dios hizo todo, entonces Dios hizo al Mal, pues el Mal existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo."

El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la “Fe Cristiana” y la visión de “Dios” de las demás religiones era un mito.

Otro estudiante levantó su mano y dijo:

"¿Puedo hacer una pregunta, profesor?"

"¡Por supuesto!", respondió el profesor.

El joven se puso de pie y preguntó:

     "Profesor, para Ud ¿Existe el frío?"

     "¿Qué pregunta es esa?”, expresó el profesor entre incrédulo y sorprendido. Y, continuó, “por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?".

 

El estudiante sereno contestó, "De hecho, señor, el frío no existe. Según las Leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía.

El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor”.

Luego, el estudiante hizo otra pregunta al profesor: “Y, según Ud ¿Existe la oscuridad?"

"¡Por supuesto!", respondió el profesor, igualmente confundido y sorprendido por la pregunta.

“Nuevamente se equivoca, Ud señor, - contestó serenamente el estudiante - la oscuridad tampoco existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores de que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda.

La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro esta un espacio determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente”. 

Luego de estas dos brillantes exposiciones, el estudiante vuelve hacia el profesor y le pregunta: Señor, para Ud, ¿Existe el mal?

El profesor ya un poco contrariado, respondió en voz alta, "¡Vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal, claro que existe, como lo mencioné al principio!"

El estudiante aún muy sereno le contestó, "El mal no existe, señor, o al menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores que le he mencionado, un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios.

Dios no creo al Mal.

No es como la Fe o el Amor, que existen como existe el Calor y la Luz: son Energías.

El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz."

El profesor se quedó callado, y no tuvo más argumento que dar por terminada la clase.

Este estudiante era un chico llamado Albert Einstein.

*** *** ***

No existe una fuente documental definitiva que confirme que este episodio haya sucedió realmente, y mucho menos, que haya sido protagonizado por Einstein, pero expone de manera muy gráfica y con cierta base científica, el complejo concepto filosófico sobre el origen de “El Mal”, y que ha sido debatido a través de los años por diversos pensadores.

Lo cierto es que, si nos inclinamos por la perspectiva filosófica y religiosa, nos encontraremos con una posición moral que nos puede llevar a concluir que “El Mal” es la ausencia de “algo” dentro del ser humano, bien sea de “Dios”, o del deseo natural de hacer el “Bien”. Muy a pesar de lo que afirmaba Maquiavelo, de que el “Hombre es malo por naturaleza”, pero a Maquiavelo lo dejamos para estudiarlo después.

“! Haz bien y no mires a quién ¡”

Nos leemos muy pronto.

Ernesto Eloy.

En algún lugar de esta Tierra de Gracia que llaman Venezuela.

19/01/2025

X: @Evelasquez66

Correo: ernesto.e.velasquez@gmail.com




domingo, enero 12, 2025

(30) Igual al Bambú

IGUAL AL BAMBÚ

     En alguna oportunidad leí que no hay que ser un agricultor experimentado para saber que una buena cosecha comienza con una buena selección de la semilla, un buen abono, una buena tierra y un buen riego. Obvio, que este proceso involucra muchos otros aspectos técnicos, pero no es el caso en esta oportunidad, a lo que me quiero referir hoy es a la certidumbre de obtener una buena cosecha en la vida, a obtener éxito y obtener progreso tanto material como espiritual. Por esa razón hoy me referiré a la alegoría de cosecha de la planta de Bambú.

La alegoría de la cosecha y el crecimiento del Bambú encierra una poderosa filosofía de vida centrada en la “paciencia, la perseverancia, la constancia y la importancia de construir bases sólidas antes de alcanzar el éxito visible.

A continuación, detallo los principales aspectos de esta filosofía de vida:

Paciencia y perseverancia: El Bambú, durante sus primeros años de vida, parece no crecer en absoluto. Sin embargo, lo que está sucediendo bajo tierra es crucial: está desarrollando un extenso y complejo sistema de raíces. Esta etapa representa la necesidad de invertir tiempo y esfuerzo en construir una base sólida, aunque los resultados no sean visibles de inmediato. Nos enseña a ser pacientes y a confiar en el proceso, incluso cuando no veamos progresos aparentes.

Constancia y esfuerzo continuo: El agricultor que siembra Bambú debe regar, abonar y cuidar la tierra constantemente, incluso durante esos años en los que no ve ningún cambio. Esto simboliza la importancia del trabajo continuo y el esfuerzo constante, incluso cuando no hay recompensas inmediatas. Nos recuerda que el éxito y el progreso no llega de la noche a la mañana, sino que es el resultado de un esfuerzo sostenido a lo largo del tiempo.

Construcción de bases sólidas: Las raíces del Bambú son fundamentales para su posterior crecimiento. Cuanto más profundas y extensas sean, mayor será la altura que podrá alcanzar la planta. Esta metáfora nos enseña la importancia de construir bases sólidas en cualquier aspecto de nuestra vida: educación, relaciones, habilidades, fortaleza espiritual, etc. Unas bases sólidas nos permitirán alcanzar metas más altas y resistir mejor las adversidades.

Flexibilidad y adaptación: El Bambú es conocido por su flexibilidad. Puede doblarse ante fuertes vientos sin romperse. Esta característica simboliza la importancia de la adaptación y la resiliencia ante los cambios y las dificultades. Nos enseña a ser flexibles y a adaptarnos a las circunstancias, en lugar de resistirnos a ellas.

Crecimiento exponencial: Una vez que el Bambú ha desarrollado un sistema de raíces lo suficientemente fuerte, su crecimiento es explosivo. Puede crecer varios metros en poco tiempo. Esto representa el potencial de crecimiento exponencial que se alcanza una vez que se han sentado las bases adecuadas. Nos anima a seguir trabajando duro, sabiendo que el esfuerzo eventualmente dará sus frutos de manera significativa. Pero ojo, hay que saber administrar el éxito y el progreso para evitar excesos, y a partir de conocer nuestras potencialidades, saber crecer de manera inteligente.

En resumen, la filosofía del Bambú nos invita a:

“Ser pacientes y perseverantes”: Entender que el éxito requiere tiempo y esfuerzo constante.

“Confiar en el proceso”: Creer que el trabajo duro eventualmente dará resultados, aunque no los veamos de inmediato.

“Construir bases sólidas”: Invertir tiempo y esfuerzo en desarrollar habilidades, conocimientos y relaciones sólidas.

“Ser flexibles y adaptables”: Aceptar los cambios y las dificultades como oportunidades de crecimiento.

“Administrar el crecimiento”: Una vez que se tiene bases sólidas y al conocer las potencialidades, hay que saber administrar el éxito y el crecimiento para evitar excesos.

Esta alegoría, resumida en estos cinco aspectos, es aplicable a diversas áreas de la vida, como el desarrollo personal, el emprendimiento, el aprendizaje y las relaciones interpersonales. Nos recuerda que el verdadero éxito y progreso requiere tiempo, esfuerzo y una base sólida, pero que la recompensa final vale la pena.

Nos leemos muy pronto.

Ernesto Eloy.

En algún lugar de esta Tierra de Gracia que llaman Venezuela.

12/01/2025

X: @Evelasquez66

Correo: ernesto.e.velasquez@gmail.com