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sábado, febrero 26, 2011

(8) La Carta a García

LA CARTA A GARCÍA
     Recuerdo que la primera vez que oí nombrar la “Carta o Mensaje a García” fue en la bodega de mi papá, en El Espinal allá en Margarita siendo apenas un niño, en boca de un viejo amigo que lo visita por lo menos 3 veces a la semana y que se convirtió en una de las personas que tuvo gran influencia en mis primeras enseñanzas filosóficas e ideológicas, y en la formación de mi carácter. Ese señor, ya fallecido hace muchos años, solía decirme que una persona podría recibir muchos consejos en su vida, o muchas enseñanzas de toda índole, pero que quedaba en la Voluntad de cada quién, tomar esos consejos y esas enseñanzas y ponerlas en practicas, que esos consejos y enseñanzas eran, en aquel momento, sólo un “Mensaje a García” y en cada quien quedaba utilizarlo o no.
     Ya en la universidad, siendo un adulto, leí por primera vez la fulana Carta o Mensaje al señor García, pero nunca supe de su origen, ni mucho menos de su autor. Fue ya casado, y de manos de mi esposa, que me llegó un librito en formato de bolsillo que le había regalado un amigo de trabajo, donde se echaba la historia completa de la famosa Carta. De buenas a primera no lo leí, no recuerdo porqué, y le dije a mi esposa que lo colocará en la biblioteca, y cada vez que buscaba un libro, o la limpiaba, me tropezaba con el diminuto folletín de la famosa Carta y lo reubicaba de lugar, hasta que un domingo cualquiera me decidí a leerla y fue entonces que me enteré de toda la historia que rodea a este interesante  relato que ha circulado por todo el mundo, y que se ha convertido en cultura popular.
     En una oportunidad, para un curso de supervisión y liderazgo, transcribí el librito completo, y conservé el archivo para leerlo cuando mejor lo necesitara y recordar su Mensaje. En esta oportunidad quiero compartir con Uds esta historia, que estoy seguro, al igual que a mí y, a millones en el mundo que la han leído, les fascinará su enseñanza.
      La Carta a García es considerada la madre de los escritos gerenciales y es uno de los escritos modernos más famosos y difundidos en el mundo. Fue escrita por Elbert Hubbard, un norteamericano de clase media, el día 22 de febrero de 1899, aniversario del nacimiento de George Washington. El único fin que se propuso su autor fue excitar a los inactivos y pesimistas a dedicarse con todo el entusiasmo posible a una acción, sin contentarse con hacer únicamente aquello que se les paga, o que es muy fácil de hacer.
     La idea creadora de esta Carta brotó de los labios de su hijo Bert, quién al final de un almuerzo, mientras comentaban la guerra de la Independencia de Cuba, exclamó: “El verdadero héroe de esta guerra fue el que le llevó la Carta a García”.
     “Si, – comentó el jovencito – porque aquel hombre llamado Rowan fue quién en la hora oportuna, decisiva y culminante, llevó al General García, el Jefe de los Patriotas, la Carta que lo iba a llevar al triunfo. Sin esta Carta quizás la independencia no se hubiera logrado”.
     Esta frase iluminó como un rayo la imaginación del escritor: “Si, tiene razón el joven, – exclamó el escritor –. Los héroes son siempre aquellos que en cada momento ejecutan con entusiasmo y precisión lo que tienen que hacer. Son los que le llevan la Carta a García “. El escritor corrió a su escritorio y escribió de un solo tirón su famosa Carta a García, y la envió a una reconocida revista llamada “Philistime” en Filadelfia.
     En la revista no le dieron gran importancia y hasta la publicaron sin encabezamiento ni título. Pero en el mismo día de su publicación y en los días siguientes empezaron a llover pedidos de aquel ejemplar de la revista. El editor preguntó la razón de tan abrumadora solicitud, y un ayudante le contestó: “Es la Carta a García”.
     A la semana siguiente el escritor recibe un telegrama de otra importante revista pero de New York: “Estimado amigo, requiero la cantidad de cien mil ejemplares de la Carta a García, publicada en forma de folleto, infórmeme su precio y cuando comienza a enviármela...”. Para la fecha (1899), cien mil ejemplares era una cantidad demasiado grande. Pero se imprimieron. Y no sólo eso, sino que un año después ya se editaron otros quinientos mil y luego un millón de copias. Al cabo de los dos años, la Carta a García había sido publicada en más de 200 revistas y traducida a los idiomas más importantes del mundo. En aquel tiempo llegó a Estados Unidos el Príncipe Kilakof, director de los Ferrocarriles de Rusia, y al ver que en toda la nación encontraba el folleto de la “Carta a García” la hizo traducir al ruso y al volver a su patria la mandó distribuir a todos los empleados de su empresa.
     La Carta pasó luego a Alemania, Francia, España, Italia, Turquía, India, Indonesia y China, encontrando en todas partes grana aceptación.
     Vino luego, a principios del siglo XX, la guerra Ruso – Japonesa, y gran cantidad de soldados rusos iban al frente de batalla levando en su morral la famosa Carta. Al encontrar los soldados japoneses el folleto en tantos prisioneros, concluyeron que debía ser un escrito estratégico y lo tradujeron a su idioma. A los pocos meses el Emperador ordenó enviar copia de la Carta a los empleados oficiales y soldados en todo el país. 
     Las estadísticas indican que hasta este año (1997, año de la edición del librito), hay más de 60 millones de ejemplares de la Carta a García impresos y difundidos en el mundo. Muy pocos escritos han logrado un éxito tan formidable. Ahora sí, después de tan interesantes datos, los invito a leerla con atención:

Una Carta a García

Hubo un hombre cuya actuación en la Guerra de la Independencia de Cuba brilla en mi memoria como el sol en su pleno esplendor.
     Sucedió que en aquella Guerra, cuando los Estados Unidos decidieron intervenir a favor de los rebeldes cubanos, se vio muy clara la necesidad de un entendimiento inmediato entre el Presidente Norteamericano y el Jefe de los Patriotas, el General Calixto García. ¿Pero cómo hacerlo?, hallábase García en esos momentos, Dios sabe donde, en alguna tenebrosa montaña escondida en el interior de la Isla. Y era absolutamente ponerse en comunicación con él para organizar los planes de ataque y de defensa. ¿Pero cómo hacer llegar a sus manos un despacho? ¿Qué hacer...?
     Alguien dijo al Presidente: “Conozco a un hombre llamado Rowan. Si alguna persona en el mundo es capaz de dar con García es él: Rowan”.
     Llaman a Rowan. Le piden que vaya en busca de García, esté donde esté, y que a costa de cualquier sacrificio, le haga llegar esa Carta importantísima. Rowan toma la carta y la guarda bien escondida en un bolsillo interior. A los cuatro días desembarca en las costas de Cuba que estaba en poder de los españoles. Desaparece en la selva tenebrosa, para aparecer de nuevo a las tres semanas al otro extremo de la Isla, cruzando un terreno sembrado de peligros y donde pululan los enemigos por doquier, y entrega la Carta a García. Los dos frentes coordinan acciones y se gana la guerra.
     ¿Cómo logró llegar hasta donde estaba el destinatario de su Carta? Es algo tan interesante que mereciera escribir algo al respecto. Pero no tengo interés en describir aquí el modo como esto sucedió. El punto sobre el cual quiero llamar la atención es este: “El Jefe da a Rowan una Carta para que lleve a García. Rowan toma la Carta y no pregunta: ¿Pero dónde podré encontrar al tal García?, ¿Por donde me voy a ir?, ¿Esto será fácil?, ¿No traerá peligros este oficio?, ¿Y por qué yo y no otro...?”. Nada de esto preguntó. Se va sin más a cumplir lo que se ha encomendado.
     ¡Por Dios, amigos!, ¡Estamos ante un hombre cuya estatua debería ser hecha en mármol o en bronce y colocada en la puerta de muchos institutos donde se enseña a la gente a adquirir personalidad!, porque lo que debe enseñarse a la gente que desea adquirir un verdadero carácter es: como hay que cumplir cada vez lo más exactamente posible el deber que tenemos que hacer, y cómo concentrar todas nuestras energías para lograr nuestros objetivos, y lograr dedicarnos con toda el alma a la acción de llevar “La Carta a García”.
     El General García ya murió. Pero siguen viviendo muchos Garcías en este mundo. Son todos los que necesitan de nuestro esfuerzo y de nuestro optimismo y valentía para obrar.
     Qué desánimo y desaliento sienten los hombres de empresas que necesitan la colaboración de gente entusiasta, y se quedan estupefactos ante la pereza, la falta de espíritu de sacrificio y de iniciativa, de energía y de perseverancia de sus colaboradores, para llevar a término la ejecución de las tareas que cada uno debe cumplir.
     Por todas partes se ve flotar la chabacanería, la desatención culpable, la despreocupación, la indiferencia. Estas parecen ser la regla general en el obrar de muchas personas. Muchos empleados cumplen tan descuidadamente sus deberes que si fueran soldados en una guerra ya los habrían fusilados por desertores. Y, sin embargo, no se puede tener éxito en una empresa si los subalternos y los que mandan se dediquen con ardor a cumplir cada uno sus propios deberes. De lo contrario se necesitaría un verdadero milagro de Dios, pero Dios cuando llega a ayudar, lo primero que exige es que cada uno esté haciendo con entusiasmo y esmero lo que tiene que hacer.
     Amable lector: ¿Quiere poner a prueba lo que estoy afirmando para saber si es cierta o no la afirmación de que el progreso no nos llega es porque no se encuentran personas dispuestas a cumplir sus deberes con entusiasmo y hasta con sacrificio?. Llame a uno de sus colaboradores y dígale: “Consulte en la enciclopedia y hágame el favor de sacarme un resumen de la biografía de Napoleón? Cree usted, que su colaborador le dirá: ¡Sí señor, ahora mismo!, y se irá enseguida a empezar la tarea asignada. Pues probablemente no. Le echará a usted una mirada vaga y empezará a preguntarle: ¿Qué Napoleón?, ¿En que enciclopedia lo busco?, ¿Por qué yo?, ¿Lo necesita con urgencia o lo podemos dejar para la próxima semana...? Hay muchas posibilidades de que después de haberle respondido a todas esas preguntas, su prodigioso ayudante se retirará y buscará a otro empleado para que se encargue de llevar aquella Carta a García. Casi le apuesto a que así va a suceder. 
     Y esta incapacidad para la acción independiente, para la iniciativa personal, este no hacer trabajar la propia inteligencia, esta flojera de voluntad, esta desgana impresionante para resolver por si mismo los obstáculos, es lo que retarda el bienestar colectivo de la sociedad y no deja a los individuos llegar al éxito. Si ni siquiera cuando se trata de conseguir provechos personales la gente está dispuesta a buscar soluciones y a derrochar energías y tiempo para obtener soluciones ¿qué será cuando se trata de conseguir éxitos para su Empresa o su País?
     Qué lástima que a muchos lo único que les hace trabajar sea la mirada amenazadora y la voz tormentosa del capataz o del vigilante del grupo. Parecen haber olvidado la consigna bíblica: “Que el que trabaja en servicio de otros no haga su oficio sólo porque lo están viendo y por lo que puedan opinar las personas, sino con todo el corazón, porque quiere tener contento a Dios (Colosenses 3,22).
     Me decía el Jefe de una gran oficina: “ - ¿Ve a ese contador?, es un gran matemático. Pero si lo envío a cualquier agencia, por el camino se entra a una cantina y se emborracha...”, “ - ¿Cómo podrá encomendarse a un individuo semejante, la Carta a García?
     En los últimos tiempos se oye hablar continuamente de los explotadores. Que fulano se hizo rico porque explotó a los demás. Puede ser, pero lo que explican es que ese señor no tuvo miedo de llevar su Carta a García. Que no tuvo miedo de levantarse a las cinco de la mañana y trabajar hasta tarde de la noche. Que los fines de semana en vez de ir a la cantina, se fue a hacer planes de progreso o de perfeccionar sus conocimientos. Que mientras los otros charlaban él trabajaba. Que mientras los demás dormían él echaba cabeza buscando soluciones. Por eso triunfaron, porque supieron lanzarse a la acción sin miedo ni pereza. Porque en vez de echar a unas excusas por no haber conseguido fama ni éxito, se lanzaron con toda el alma a buscar formulas para triunfar, y como “todo el que busca encuentra”, encontraron las formulas y practicándolas, consiguieron el triunfo.
E.H.
     Yo por lo menos, trato todos los días, de llevar la “Carta a García”. Y tú..? Que haces al respecto.
“Las gentes que nunca hacen más de lo que se les paga, nunca obtienen pago por más de lo que hacen”.
Ernesto E. Velásquez R.
Lechería, Anzoátegui. Venezuela.
18/01/2011

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