UN
AMIGO HA CAÍDO EN COMBATE: HASTA SIEMPRE EDUARDO.
Era el 2 de agosto del 2.012. La
llamada que me hizo el Negro López la recibí como a las 2 de la tarde, y de la
manera cómo me habló ya me indicaba que algo no estaba bien. Y no me equivoqué.
Lo noté con la voz entre cortada y de un solo jalón me lo soltó – “Han caído
dos de los nuestros en combate…! Eduardo Fiol y Edward Arias murieron hoy en un
accidente”. La noticia me cayó como un tobo de agua fría… Yo estaba en
Margarita en una obra. Hacía poco que había llegado de almorzar y me estaba
preparando para comenzar la labor, cuando esa noticia me heló y me provocó un
intenso dolor de cabeza que me paralizó. No pude continuar. En efecto, dos
amigos habían muerto trágicamente en la carretera en funciones de trabajo.
Al panita Eduardo lo conocí en la
empresa donde nos habíamos formado todos los que conformábamos parte de ese
contingente de técnicos y profesionales que le daban soporte de energía y
climatización a las centrales telefónicas de todas las operadoras del país. Emerson
Network había sido una escuela para todos nosotros, y un lugar donde habíamos
conocido a quienes a partir de ahí se convertirían en más que compañeros de
trabajo. Sólo los que han aprendido el verdadero valor de lo que digo, lo
comprenderán.
Con Eduardo, tuve mayor contacto cuando me tocó asistirlo
en Puerto Ordaz en varias obras que había asumido como supervisor de la zona, y
que al no contar con suficiente personal pidió apoyo a la gerencia regional, y
me encomendaron a mí la misión de juntar y coordinar un grupo de técnicos de
varias partes del país y asistirlo en las obras. Eso fue en junio el año 2004,
recuerdo que se estaba jugando la Eurocopa que ganó Grecia. Antes de eso, nos
habíamos topado en varios cursos y en reuniones frecuentes de supervisión.
Desde el primer momento tuvimos un acercamiento de amistad que nos llevó a trascender
hacia las familias y que se acrecentó más cuando descubrimos que éramos
fanáticos de los equipos Navegantes del Magallanes y del Real Madrid, además
del gusto por la misma música: la salsa brava. Fue por eso que cuando necesitó
apoyo no dudó en pedir que fuera yo quién lo asistiera. De esa oportunidad hay
anécdotas y experiencias únicas.
Cuando conocí a Anita, Sebastián
tenía como dos añitos o estaba por ese orden, no me recuerdo. Tengo fotos, que
guardo con mucho cariño de esa primera visita a la casa. Y después de eso, cada
vez que venía a la zona, por lo menos una noche se quedaba a dormir aquí. Y lo
mismo me pasaba a mí cuando iba por cualquier razón a Puerto Ordaz, y si Él
sabía que yo estaba por aquellos lados, no me perdonaba que no pasara por lo
menos a comer o a tomarnos “alguito”. Fueron momentos de mucha manifestación de
aprecio y admiración mutua por lo que hicimos y dejamos de hacer en el trabajo.
Yo salí de la empresa en el 2.006
al poco tiempo que Él salió, y a pesar de ello no perdimos el contacto, más nos
apoyábamos siempre, porque él hizo su empresa y yo emprendí lo mío, y más de
una oportunidad coincidíamos. Él siempre fue de un espíritu impulsivo y
batallador. Eso era una de las cosas que le admiraba, y eso fue lo que lo llevó
a formar una empresa dinámica, hasta aquella mañana del 2 de agosto del año
pasado, cuando viajando con otro de los ex combatientes de Emerson Network, le
puso fin a sus días de transitar por las carreteras y caminos del país
atendiendo emergencias en centrales telefónicas y a otros clientes,
estrellándose contra un carrito de pasajeros. Nunca supe, ni quise averiguar
cuál fue la verdadera causa del accidente. Eduardo y Edward quedaron ahí en la
vía. El impacto fue violento y fulminante. En la vía entre Temblador y Maturín
quedaron sus sueños de ver crecer a su pequeña Mariana y a su campeón Sebastián.
Ahí se le fue a Anita su compañero. Ahí perdimos a dos de los nuestros.
No pude ir a su siembra, pero cada
vez que voy a misa pido por Él y por todos los que se han ido en estos últimos
dos años. No he podido dejar de llorar cada vez que lo recuerdo. Ahorita que
escribo estoy viendo su página de Facebook y recordando su risa contagiosa, sus
bromas y manera de hablar malandreado… que vaina Miky..! Fueron muchas horas de
conversa, de revelaciones, de complicidades blancas… Te fuiste sin despedirte
Eduardo, y eso no te lo perdono “burda e´ pana”.
Cuando un amigo se va, se queda un hondo vacío, que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo. Facundo.
Ernesto Eloy.
En algún lugar de esta Tierra de Gracia que llaman Venezuela.
02/08/2013
ernesto.e.velasquez@gmail.com